El monasterio de Sijena, símbolo del patrimonio aragonés
(Artículo publicado en HERALDO DE ARAGÓN el 31 de julio de 2025). Aragón atesora un relevante patrimonio cultural, testimonio de una compleja historia en la que se han sucedido reinos, invasiones y otros singulares hechos históricos, y donde se han desarrollado culturas diversas cuya mezcla nos ha enriquecido y ha conformado nuestra singular personalidad. Los conventos y cenobios construidos desde la alta edad media y durante la edad moderna son buena prueba de ello.
El monasterio de Sijena, un extraordinario conjunto conventual femenino fundado en 1188 y favorecido por el apoyo real desde entonces, es una de sus piezas más significativas. Sin embargo, hoy no se habla de su extraordinario valor histórico-artístico como una pieza clave para la Casa Real de Aragón y uno de los lugares donde se produce una singular hibridación del arte medieval europeo, sino de la polémica en torno a la restitución de una parte extraordinaria del mismo: las pinturas murales que decoraban su Sala Capitular, que fruto de las vicisitudes históricas (la destrucción del complejo monástico durante la guerra civil), han terminado expuestas en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.
Tras años de litigios judiciales, el Tribunal Supremo de España, con la sentencia número 824/2025, emitida el 27 de mayo, ha confirmado la sentencia previa de la Audiencia de Huesca que declaraba la propiedad de Aragón sobre las pinturas y ordenaba su devolución desde el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Poco puede decirse ya respecto a esta cuestión. La sentencia debe cumplirse y las pinturas deben volver al lugar del que no debieron salir nunca, y sin duda los avances científico-técnicos en materia de conservación y restauración de bienes culturales permiten esta justa devolución.
Como institución académica dedicada al estudio del patrimonio cultural aragonés, consideramos que no debemos añadir más argumentos a la polémica que envuelve hoy el retorno de las pinturas, ni desde el punto de vista legal ni desde el técnico, puesto que nuestra Comunidad cuenta con expertos que garantizan tanto el traslado como la correcta restauración y conservación de las pinturas. Sin embargo, estamos preocupados porque en el proceso se están olvidando algunas cuestiones de gran calado para nuestra Comunidad.
En primer lugar, hay que subrayar el esfuerzo sistemático y continuo llevado a cabo desde hace años por el gobierno aragonés para recuperar el cenobio y adecuarlo, de la mejor manera posible y con las máximas garantías, no sólo para acoger las pinturas, sino también para recuperar la arquitectura que las enmarca, de gran complejidad y afectada por diversos problemas (humedades, deterioro propio de la historia, añadidos de escaso valor histórico, etc.). Estas patologías han sido resueltas con gran éxito gracias al esfuerzo de instituciones y técnicos que desde hace más de un siglo se han empeñado en la conservación del monasterio de Sijena.
Las campañas de restauración del complejo monástico iniciadas a finales del siglo XIX, continuadas durante el siglo XX, y completadas en el XXI (en concreto las obras de recuperación comenzaron en 2002 y han continuado hasta el presente), en particular con los proyectos de restauración de los claustros, la Sala Capitular y de los dormitorios, que en sus dos últimas fases han sido dirigidos por los arquitectos Luis Franco y Mariano Pemán (añadiéndose Sergio Sebastián en la última), han conseguido salvar del deterioro esta complicada estructura arquitectónica, a la vez que han servido para facilitar su visita, puesto que en abril de 2025 se abrió al público el espacio expositivo instalado en los antiguos dormitorios con las piezas devueltas en 2017 y 2019. Se entenderá, por lo tanto, que el monasterio tenga un valor simbólico para los aragoneses, convirtiéndose en muestra del empeño de nuestra Comunidad para preservar y poner a disposición de la sociedad nuestro patrimonio cultural. La restitución de las pinturas forma parte de un anhelo comunitario y de un compromiso institucional que compromete a todas las personas e instituciones aragonesas y españolas, y en consecuencia, también a nosotros como expertos en la conservación de nuestro patrimonio cultural.
Por ello, hemos decidido intervenir en el debate. Y hacerlo empleando los argumentos sancionados por la comunidad científica internacional, que a través de la Asamblea General del Consejo Internacional de Museos (ICOM), celebrada en Seúl en 2004, incluía un artículo específico dedicado a la restitución de bienes culturales (artículo 6.3) en el que se afirmaba lo siguiente: "Si un país o una comunidad de los que proceden objetos o especímenes piden su restitución y se puede probar, no sólo que éstos han sido exportados, o transferidos de otra manera, en contra de los principios de los convenios internacionales y nacionales, sino que además forman parte del patrimonio cultural o natural del país o la comunidad peticionarios, el museo interesado debe tomar rápidamente las medidas pertinentes para cooperar en su devolución, si tiene la posibilidad legal de hacerlo". Un artículo que va en sintonía con la filosofía desplegada por todos los organismos internacionales desde la segunda mitad del siglo pasado, de mantener las obras de arte en los lugares para los que fueron creadas, donde cobra verdadero sentido su existencia.
Con todo, el proceso no termina con la llegada de las pinturas, su restauración y su exhibición en el monasterio, que completará el extraordinario espacio museístico en el que se exhiben las piezas que ya han regresado a Sijena. Resulta indispensable continuar restaurando otros espacios, como la iglesia y el panteón de las monjas, y a la vez diseñar una comunicación integral del monumento que explique todas sus facetas y valores: la vida monacal que se desarrollaba en su interior, su valor como lugar de espiritualidad monástica en relación con otros conjuntos monásticos aragoneses, españoles y europeos, su condición de residencia y panteón real ligado a prominentes figuras históricas, y su situación actual como un bien cultural de primer orden y espacio expositivo. Convendría que se explicara la vida del conjunto monástico desde su origen hasta el presente, ilustrada a través de los numerosos documentos y fotografías históricas conservados, incluyendo el fascinante ámbito de la restauración arquitectónica.
En suma, Sijena necesita dar un paso adelante, recibir sus pinturas, continuar con la recuperación del conjunto arquitectónico, explicar su historia y los valores artísticos y arquitectónicos, ser devuelto a la comunidad que lo espera con impaciencia, para que la sociedad en su conjunto pueda disfrutarlo de manera colectiva. Convertirlo en un bien cultural que explique nuestra historia, que contribuya a construir nuestra identidad y a desarrollar el territorio en el que se localiza, y que sirva para estrechar lazos con nuestros vecinos y visitantes, revalidando el carácter europeo con que fue definida su poética. Este es el verdadero y profundo sentido que debe tener el patrimonio cultural.
Firman este artículo: Concha Lomba Serrano, catedrática de Historia del Arte y directora del Instituto de Investigación en Patrimonio y Humanidades de la Universidad de Zaragoza; Alberto Montaner Frutos, catedrático de Literatura y subdirector; Borja Díaz Ariño, catedrático de Historia Antigua y subdirector; Ascensión Hernández Martínez, catedrática de Historia del Arte y directora del Área de Artes; Carlos Labarta Aizpún, catedrático de Proyectos Arquitectónicos y director del Área de Patrimonio; Carmen de Guerrero Manso, titular de Derecho Administrativo y secretaria académica.
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